Hay que diseñar una LIQUIDACIÓN ORDENADA cuando ya se han agotado todas las posibilidades
Mis intervenciones cuando me contratan como Consejero Independiente en una empresa, siempre se realizan, se plantean y se ejecutan pensando en ESTRUCTURARLA, positivamente, motivando su crecimiento y su rentabilidad. La empresa evoluciona y junto a los responsables de sus órganos de gobierno trabajo para adaptarla a las realidades del mercado. Por experiencia constato que esta empresa obtiene un mejor posicionamiento estratégico e incrementa beneficios generando el preceptivo Cash-Flow.
La situación cambia sustancialmente cuando la empresa está en pérdidas reales, aunque sus balances indiquen lo contrario, para no tener limitaciones de crédito por parte de las entidades financieras o agencias de rating de seguros de caución, entre otros motivos. Ahí es donde mi intervención profesional en la empresa la realizo bajo el prisma de la REESTRUCTURACIÓN, de características más negativas, con decisiones rápidas y drásticas a veces, pero indudablemente necesarias. En estos casos cuentan incluso los minutos. Son situaciones que siempre conllevan sacrificios y tensiones varias, empresariales y familiares.
Si una vez trabajado este estadio no atisbamos la reflotación de la empresa, es cuando debemos abordar sin dilación el escenario de que la empresa pueda pasar a una situación de insolvencia con lo que ello supone. Presentar Concurso de Acreedores, salvaguardando la responsabilidad de los administradores, recordemos es sinónimo de liquidación empresarial. A nadie interesa.
¿Qué ocurre si habiendo llegado hasta aquí, por factores que no dependen de una escrupulosa intervención, la empresa se precipita a un proceso de LIQUIDACIÓN? La actuación a partir de este estadio ha de estar perfectamente planificada y gestionada. Estamos tratando con un patrimonio empresarial interconectado con el particular de los empresarios en la mayoría de los casos. Por ello, seamos conscientes de que tendremos que negociar (muy duro) con bancos, proveedores y trabajadores (sindicatos si los hubiere). En todos los casos en que he intervenido siempre he trabajado en equipo con el abogado de la empresa y el o los empresarios. Les confesaré que en estos procesos los empresarios suelen estar parcialmente bloqueados por una situación a la que no están acostumbrados y en la que confluyen muchas emociones. No les negaré que son situaciones durísimas, expresiones como “qué mal me están tratando después de tantos años (bancos, proveedores, trabajadores)” son habituales y sin duda duelen.
La venta de la empresa/unidad productiva (¿o la incorporación de un inversor?) se convierte en una necesidad perentoria. El tiempo es oro y los días corren a una velocidad tremenda. Para eso está, conociendo la empresa y el entorno del empresario, mi posición como negociador y organizador de una salida ordenada para llevar a buen fin un proceso muy delicado. En estos escenarios es más necesario que nunca trabajar con un profesional objetivo que aborde el proceso desde una perspectiva puramente profesional.
Mi consejo: si como empresario/a observa una situación que requeriría de una actuación preventiva, no espere. Por experiencia le diré contundentemente que en muchas situaciones se podía haber reflotado la empresa. Hay estrategias, mecanismos y modos de hacerlo. Un profesional externo, mucho más objetivo y pragmático le puede ayudar. En muchos casos evitaremos el sangriento episodio de una liquidación.
A su disposición. Saludos. Cuídense,